viernes, 13 de agosto de 2010

Sobre la empatía, la inteligencia y la capacidad de los animales para hacer el mal.

Recientemente se emitió la reposición del episodio número 53 de "Redes".
Redes: Nuestro cerebro altruista

En este episodio, Eduard Punset entrevista al primátologo Frans de Waal sobre un asunto tan escasamente tratado por la ciencia como lo son las emociones de los animales. En concreto, una parte significativa de la entrevista se refiere a la empatía, siendo de gran interés: compartimos muchas emociones con otros mamíferos pero la capacidad concreta de ponernos en el lugar de otro sólo está presente en primates superiores, delfines y paquidermos. Es ciertamente una habilidad que ha requerido de un desarrollo cerebral excepcional en el reino animal; con una influencia enorme sobre el estilo de vida de aquellos que la poseen.

Pensemos en algo tan simple como el ejemplo que ponen en el mismo programa: la madre de una cría de chimpancé con un brazo roto adapta su comportamiento a esta circunstancia, cargando más con ella, rebajando el ritmo de la marcha, etc. Mientras que la madre de una cría de un mono, al carecer de esta habilidad, fuerza a éste a realizar un sobreesfuerzo (que DEBE hacer para sobrevivir). No es difícil comprender que esta habilidad ha condicionado enormemente nuestra sociedad. Obviamente, de forma muy positiva, pero desde otro punto de vista, también ha tenido ciertas consecuencias negativas. En proporción ínfima, pero las ha tenido.

Porque, recordemos, como ya hemos dicho anteriormente la empatía es mental y emocional. Si la segunda no acompaña demasiado, la primera puede seguir siendo de gran utilidad para aquellos sujetos que disfruten con el sufrimiento de los demás. En el mismo episodio de Redes, Frans de Waal pone el ejemplo como una chimpancé se divertía haciendo como que entregaba unas manzanas a otros que no las podían alcanzar, para acto seguido, comérselas. Esto, que parece algo simpático y anecdótico, resulta excepcional en el conjunto del reino animal: pero ha posibilitado la aparición de casos que, en una visión absurda e idílica del mundo animal, solíamos reservar a los seres humanos.

Por ejemplo y siguiendo con los chimpancés, se han documentado tanto casos de guerras por el control de territorios entre grupos de chimpancés como casos en los que pequeños grupos de individuos mataban fuera de estos conflictos a otro. De hecho, sabemos incluso que los chimpancés pueden llegar utilizar armas similares a lanzas en sus enfrentamientos.

Por otro lado, en la reserva de Pilanesberg en la década de los 90 sucedieron unos hechos que conmocionaron a los responsables del parque. Un elefante o varios fueron responsables de la muerte de aproximadamente 10 rinocerontes blancos, a los que mataron de forma brutal. Los motivos que llevaron al elefante o elefantes responsables a realizar dichos ataques no quedaron, que yo sepa, claros para los distintos expertos que investigaron el asunto, si bien se plantearon varias teorías. Es factible culpar de los ataques a la época de apareamiento y a un descontrol hormonal, pero varios sociólogos apuntaron a la falta de matriarcas: una socialización deficiente llevaría a varios elefantes jóvenes a convertirse en "sociópatas".

Por último me gustaría referirme a los ya famosos casos de delfines que atacan sin motivo aparente a marsopas. Utilizando su sonar, son capaces de atacar con precisión a las partes más desprotegidas del cuerpo de la marsopa, a la que matan tras ataques que se pueden prolongar fácilmente hasta la media hora. Dado que las marsopas no compiten con los delfines por las mismas presas, se han buscado varias respuestas posibles a este comportamiento. De ellas, destacan las dos siguientes: por un lado, cabe la posibilidad de que, por el tamaño de las marsopas, se ataque a estas como entrenamiento para atacar a crías de delfín: el infanticidio es habitual en el mundo animal. Pero también existe la posibilidad de que, simple y llanamente, las acosen y maten por diversión... un comportamiento tristemente muy humano.

En conclusión, me gustaría dejar claros dos puntos: el primero es que el ser humano no es tan diferente al resto de animales como muchos se creen. Para lo bueno y lo malo, no somos tan "especiales" como se sostuvo durante tanto tiempo por esa visión tan antropocéntrica que teníamos del mundo e incluso del Universo. El hecho de que ciertos animales realicen esta clase de conductas los acerca, en cierto modo, al ser humano, y paradójicamente (ya que hablamos de conductas que podrían ser vistas como "malvadas") también debería ser un motivo más para su especial protección.

En segundo lugar, es necesario dejar claro que el mal (y con ello, la delincuencia) y la inteligencia van de forma muy usual cogidos de la mano. La visión de la criminología positivista en la que el delincuente era un sujeto con una enorme suma de taras físicas y psíquicas ya ha sido rebatida incontables veces, pero aun hoy en día, cuando se nos habla de delincuencia tendemos a pensar en aquellos desheredados, de pocas luces, pobres, drogadictos, etc. que no sabrían hacer otra cosa y que suelen aparecer en programas como "Callejeros". Aunque realmente son estos sujetos los que suelen habitar nuestras prisiones, no son estos los delincuentes que deberían preocupar a la sociedad: los que deberían hacerlo rara vez llegan a pisar dichas prisiones. Responsables de daños muy superiores al conjunto de la delincuencia "tradicional", atraparlos resulta casi imposible. Pese a que uno sólo de ellos puede llegar a estafar decenas de miles de millones, son irónicamente más respetados que los otros, estando perfectamente integrados en la sociedad: a ellos dedicaremos su correspondiente espacio en una futura entrada.

2 comentarios:

  1. Estaré esperando esa futura entrada. Es muy interesante esa relación entre inteligencia y violencia. Eso explica muchas cosas.

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  2. Y es que es cierto que, por un lado, con menos recursos intelectuales a veces la violencia puede parecer la mejor solución. Pero los actos más dañinos para el conjunto de la sociedad (que además son casi invisibles) precisan de inteligencia...

    Para ilustrarlo un poco: en Alemania se calculó que en la década de los 70 los daños causados por la delincuencia económica rondaron los 10.000-15.000 millones de marcos... al AÑO. Y eso en los 70... y sin embargo, a la gente le preocupan más carteristas y similares xD.

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