miércoles, 4 de agosto de 2010

Los orígenes del mal

En esta primera entrada introduciré una serie de ideas básicas, que si bien para aquellos con un mínimo de conocimientos en las ciencias sociales serán casi triviales, me servirán de introducción para aquellos pertenecientes a otros campos.
 
Desde el principio de los tiempos, uno de los temas de mayor interés para los pensadores interesados en el comportamiento humano ha sido el porqué de la conducta que podríamos calificar como "malvada". A lo largo de la historia podemos observar como este asunto es tratado de forma muy diferente por las distintas culturas: sirva como ejemplo que para los clásicos, el ser humano era completamente independiente de las fuerzas que le rodeaban. Este elegía en plena libertad hacer el mal. En cambio, en la Edad Media era inconcebible para muchos que se hicieran según que acciones sin acudir a la demonología: las grandes maldades eran cosa de poseídos y brujas.

En tiempos más recientes y por razones evidentes, la criminología ha intentado explicar de forma recurrente este fenómeno. Se intentó, durante probablemente demasiado tiempo, buscar un "culpable" concreto al que responsabilizar de la conducta malvada de los sujetos (y de la delincuencia en general): bien en los genes, bien en la sociedad; bien en el propio sistema económico. Es comprensible que la posibilidad de dar una respuesta que explicara de forma absoluta el crimen fuera tentadora para tantos: a fin de cuentas, si consigues encontrar la causa que conduce de forma inexorable a un sujeto a delinquir puedes intentar tratar esa causa; o bien evitar que el sujeto llegue a causar algún mal al identificar el problema en este y detenerlo antes de que incluso cometa el delito. Obvia decir que esta simplificación de la mente humana no llegó (afortunadamente) a buen puerto: no podemos explicar la conducta humana de forma tan simple como muchos deseaban, con una simple relación causa-efecto.

Hoy en día el tema es tratado desde un punto de vista multifactorial: no podemos explicar una conducta con una simple causa; pero podemos intentar explicar el comportamiento humano a partir de la suma de distintos factores. Factores que se pueden dividir en endógenos y exógenos: la discusión en cuanto al peso de unos y otros en la conducta que realiza el sujeto ha dado lugar a innumerables debates entre los distintos ámbitos de las ciencias sociales; debates que en muchas ocasiones resultaban un diálogo de besugos ante lo radical de las posturas: mientras que algunos llegaban a pensar que el delinquir estaba escrito en los genes, otros consideraban que de nacimiento todos éramos iguales, a la espera de ser moldeados por la educación y la sociedad.

Ambas posturas son, en mi opinión, igualmente absurdas. La primera ya ha sido criticada sin piedad durante décadas; la segunda en la que el ser humano es al nacer una suerte de tabula rasa aun tiene sus defensores en determinados círculos, pero resulta igual de determinista que la otra, sólo que desde la otra cara de la moneda... ¿Es acaso mucho mejor considerar que la personalidad del individuo está completamente determinada por su estatus socieconómico, por la escuela a la que vaya, por el barrio en el que viva... a qué lo esté por sus genes? ¿Dónde quedaría entonces la individualidad de los sujetos?

Terminaré esta entrada con una breve explicación sobre los distintos factores que explican la conducta del individuo. Entre los factores endógenos, internos al sujeto, tenemos por ejemplo su genética (responsable por ejemplo de características como la extroversión del sujeto). Entre los exógenos de relevancia tenemos su familia, su grupo de iguales, la escuela o el estatus socioeconómico. Todos inciden, en distinto grado, en la personalidad del individuo, que se divide en temperamento  y carácter. El primero engloba características casi invariables a lo largo de la vida del sujeto, de serie, mientras que el segundo es una parte más variable y en la que podemos incidir. Todos ellos serán una parte importante de este blog.

2 comentarios: